La iglesia está también dedicada a San Vicente de Paúl
La Parroquia-Basílica de La Milagrosa, un templo con 120 años de historia en Chamberí
David Álvarez, 18 de febrero de 2025
Hace ocho meses, el 25 de mayo de 2024, la imagen de la Virgen Milagrosa volvió a recorrer las calles de Chamberí, por primera vez después de casi un siglo, en una solemne procesión extraordinaria. Fue con motivo del Año Jubilar Mariano, que celebró la iglesia del barrio de Almagro para conmemorar el centenario de su designación como basílica menor. No obstante, la historia de este templo enclavado en el plano ortogonal de esta zona del Ensanche capitalino va más allá de una centuria, y en principio no tenía como protagonista a la conocida Virgen de la Medalla Milagrosa.
Fue la congregación de Misioneros Paúles quienes, a finales del siglo XIX, y tras construir su casa-misión en la calle de García de Paredes, 45, se animaron a edificar un templo en honor de su fundador, San Vicente de Paúl, a la derecha de su nueva vivienda, entre dicha calle y la de Fernández de la Hoz –entonces, de Chamartín de la Rosa–. Para ello se buscó un arquitecto de cierto renombre, Juan Bautista Lázaro, que ya había participado en la construcción de otras iglesias y en la restauración de la Catedral de León. También colaboró en el templo, Narciso Clavería y de Palacios, tercer Conde de Manila, un arquitecto muy vinculado al estilo neomudéjar.
En abril de 1900 se bendecía el terreno y, un año después, el obispo de Madrid, José María de Cos, colocaba la primera piedra de unos trabajos que duraron cuatro años. El 23 de junio de 1904 se inauguraba el templo, consagrado por el Nuncio del Papa, monseñor Arístides Reinaldo. El año pasado, pues, la iglesia cumplió 120 años en el barrio.
Neogótica y mudéjar
El propio Lázaro describía su obra como “de estilo neogótico, con una arquitectura exterior marcadamente mudéjar, realizada en ladrillo para armonizar con la casa que sirve de complemento”. La reconocible fachada está flanqueada por dos torres, que dejan paso a una nave central a través de una puerta en arco de tercer punto y archivolta de cantería. “En el segundo cuerpo hay una gran rosa de piedra calada, coronada por un frontón triangular, rematada por una sencilla cruz”.
La obra original reservó el tímpano de la fachada para el escudo de la Congregación de los Paúles, en una obra del ceramista Daniel Zuloaga, que se desmoronó con el paso del tiempo. En su lugar se ubica hoy un mosaico con la imagen de la Virgen Milagrosa, y a sus pies, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. También destaca la reja de estilo neogótico florido que cierra el acceso al templo.
Otro de sus elementos relevantes son las torres, de planta cuadrada que cambia a octogonal a la altura del frontón central, con muros calados y rematadas por agujas piramidales. Una de ellas alberga el campanario y la otra, el reloj. También destacan las vidrieras del ábside y del rosetón, dedicadas a los misioneros Paules y a su fundador, San Vicente, explica el padre Fernando Espiago en su libro sobre la iglesia chamberilera, de la que fue párroco durante varios periodos.
El templo, de planta rectangular con cabecera poligonal, tiene 40 metros de largo por 24 de ancho, cuenta con tres naves –la central, de mayor altura– y está dividida por 12 columnas en referencia a los Doce Apóstoles. Las naves laterales siguen el canon y dan la vuelta al altar, formando la girola, donde en un principio se colocaban 300 sitiales.
Destrucción durante la Guerra Civil
La iglesia ha sufrido varias transformaciones durante sus 120 años de historia, provocadas por los gustos de la época, por la Guerra Civil o bien para adaptar la liturgia a las nuevas normas del Concilio Vaticano II. El conflicto bélico de 1936 destruyó el templo casi por completo. Sólo quedaron en pie las paredes y, sorprendentemente, las vidrieras. Durante la guerra, la iglesia fue utilizada como sala de cine.
Una vez acabada la contienda comenzaron los trabajos de restauración, “con un gusto muy propio de posguerra y medios más bien pobres”, hasta la última reforma, llevada a cabo por la firma Raventós de Barcelona, para ajustarse al Concilio, y que se llevaron a cabo entre 1966 y 1967, cuando se abrió de nuevo al culto. Estos trabajos mantuvieron la línea neogótica, y se añadió una nueva capilla en la girola para celebraciones y como lugar de oración.
Basílica y parroquia
El 23 de julio de 1923 fue otra fecha marcada en la historia del edificio: aquel día, el Papa Pío XI concedió el título de Basílica Menor a la llamada entonces Iglesia de San Vicente de Paúl, gracias a una peregrinación a Roma presidida por el cardenal Segura y a las Asociaciones de la Medalla Milagrosa.
Aunque desde el principio la iglesia se concibió como un homenaje a San Vicente de Paúl, ya desde su inauguración el templo atrajo a muchos fieles gracias a las asociaciones de La Milagrosa, que tenían allí instalada su sede, lo que provocó que muchos vecinos comenzaran a conocerla popularmente por Iglesia de La Milagrosa. Tal era así, que en 1925 se construyó un nuevo retablo con la imagen ya de La Milagrosa en el centro, ubicando la de San Vicente en el ático del conjunto.
Aquí cabe detenerse en la ferviente devoción por esa advocación mariana, cuyo origen está en 1830, en las apariciones a la monja hija de la Caridad, Catalina Labouré, que aseguraba que la Virgen le había encomendado la misión de acuñar una medalla alusiva –la Medalla Milagrosa– a la Inmaculada Concepción. Un siglo después, con motivo del centenario del acontecimiento, hubo un gran movimiento devocional hacia este título de la Virgen, que cristalizó en Madrid en la denominación de este templo como “de la Milagrosa”.
En 1964, hace ahora 60 años, el Obispado de Madrid designó la basílica como parroquia, quedando como Parroquia de La Milagrosa su nombre diocesano, y manteniendo el título pontificio de San Vicente de Paúl. Dos años después, y para resolver definitivamente el tema de la denominación, la Congregación del Culto Divino publicó un decreto, a solicitud del párroco Primitivo Gonzalo, para conceder a la basílica el nombre “de la Beatísima Virgen María de la Santa Medalla y de San Vicente de Paúl”.
El templo, uno de los más queridos por los chamberileros desde hace 120 años, celebra también estos días el 400 aniversario de la Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paúl.
Foto archivo: Ateneo de Madrid.
Deje un comentario