Un alcalde en el altar

Ahora que se ha pasado –por agua– la Semana Santa, hay que hablar de nuevas tradiciones. Concretamente, de las que últimamente nos intentan colar de rondón en este Madrid tan acogedor que a todo le encuentra acomodo, por más que rabien algunos. Sólo en los últimos meses, el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, nos ha traído una cabalgata multicolor con concierto multitudinario por el Día de la Hispanidad, una estruendosa mascletá valenciana en Madrid Río –con fallecimiento fake de un pato incluido– y un desfile de más de 500 gaiteros por la Gran Vía en honor al patrón de Irlanda. Reconozcamos que hay que ser muy audaz para juntar a medio millar de gaiteros en pleno centro de Madrid y pensar que algo así no te va a pasar factura electoral.

Aunque quizá, la mayor novedad que vaya a introducir Almeida durante su mandato tuvo lugar hace unos días, y fue la de casarse. Hasta ahora los alcaldes tomaban la vara municipal con las nupcias contraídas, e incluso con descendencia talludita, por lo que resulta toda una novedad que Madrid haya casado a su munícipe al cargo, pero ya se ha dicho que esta ciudad es de festejo fácil y no le pone peros a actualizar tradiciones.

Bien es cierto que el alcalde llegó al Palacio de Cibeles antes que sus antecesores –con 44 años, uno menos de con los que lo hizo Gallardón–, pero en estos años el fin de la soltería de Almeida estaba alcanzando una alta expectativa municipal, espoleada por el propio alcalde, cuyo estado emocional para encontrar pareja oscilaba entre el cholismo del “partido a partido” al no menos atlético del “pupas”. Hay que decir que tampoco le estaba funcionando el marketing: en televisión llegó a reconocer que sus amigos le llamaban el latino no por su cualidad de latin lover, sino porque en su casa sólo se comía “de lata”.

Todo ello había contribuido a crearle un aura de “soltero de oro” a la manera de aquel Arthur de la película ochentera, a la postre igualmente sucumbido al altar, solo que esta vez –enmendándole la plana a Dudley Moore– no con la ladronzuela de corbatas Liza Minelli, sino con la joven de noble linaje y que, por lo leído, sabe más de fútbol que él.

En fin, las cosas de Madrid: los ex no se cruzan, los alcaldes se casan, y nos apuntamos a lo que sea. Felicidades a la pareja.

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