Gaseosas en Santa Engracia
Una de las primeras cerveceras instaladas en el barrio fue La Deliciosa, impulsada por el catalán Joaquín Castellá en la calle de Fuencarral, número 10. En principio estuvo orientada a las aguas gaseosas, para cuya elaboración el empresario contó con la colaboración del prestigioso farmacéutico Esteban Quert. En 1873 la factoría ya se había quedado pequeña, así que Castellá decide trasladarla a Santa Engracia, 7, donde también fija su residencia. Fábrica de La Deliciosa (Foto: Entredosamores.es). Del inmueble destacaba su arquitectura, “un remedo artístico de la arquitectura helvética”, puesto que en Suiza se hallaba el manantial natural de agua de seltz. Sus instalaciones se articulaban en torno a un patio, con la sala principal destinada a la producción y adelantos técnicos como instrumental a vapor. El agua se extraía a 42 metros de profundidad. Más tarde, al incluir la fabricación de cerveza, hubo que excavar cuevas para instalar cubas de fermentación. La fábrica llegó a tener 50 trabajadores, y el dueño construyó bloques de viviendas aledaños para alquilar a precios inferiores a los de la zona. También instauró una caja de ahorros con depósitos al 6% para sus empleados, cuyo jornal de tres pesetas sólo era superado por el de los trabajadores del tranvía. La compañía, ya sin Castellá y con luchas por el control de la gestión, cerraría en 1906.
Una fábrica junto al frente
Otra de las fábricas más recordadas del distrito fue El Laurel de Baco, que estuvo ubicada en el número 6 de la antigua Plaza de Moncloa –en la actualidad, en el cruce de las calles del Arcipreste de Hita y Fernando el Católico–, muy cerca de la otra gran factoría chamberilera, la de perfumes Gal, de la cual hablaremos en el último episodio de la serie. En 1895 un grupo de bodegueros y hosteleros forman la sociedad anónima El Laurel de Baco, para la elaboración de cerveza, refrescos, jarabes, sidras y licores. La compañía emite 1.000 acciones y las reparte entre propietarios de bodegas, tabernas, cafés y restaurantes, con un máximo de dos por negocio y a cambio de aceptar la obligación de comprar y servir en exclusiva los productos de El Laurel. Dos años después de su constitución se instalan en la fábrica de cervezas de Ferraz, 74, una ubicación provisional mientras se trabajaba en una más moderna sede, que vio la luz en 1900. El inmueble, de ladrillo y muestra de una notable arquitectura industrial, fue obra del arquitecto Ginés Moreno. Se estableció en un solar de 10.000 metros cuadrados en la plaza de Moncloa, cerca de la Cárcel Celular. La fábrica de El Laurel, bombardeada durante la Guerra Civil (Foto: Archivo Rojo). Durante el primer tercio de siglo, El Laurel de Baco llegó a ser la cuarta cervecera de Madrid, aunque con cifras modestas respecto a gigantes como El Águila o Mahou. Llegada la Guerra Civil, todas estas factorías fueron incautadas por el sindicato de cerveceros. Por otro lado, la ubicación de ésta en primera línea del frente le hizo suspender su actividad y evacuar sus instalaciones. La fábrica fue bombardeada y quedó en ruinas, teniendo que ser trasladada a la calle del Marqués de Riscal. Tras finalizar el conflicto, la fábrica volvió a su emplazamiento y se reinauguró con gran boato en 1945 –fue “el principal acontecimiento del año en Madrid”– y siguió funcionando varias décadas hasta que en los años 60 la compañía fue adquirida por Embotelladora del Centro, y la antigua fábrica sustituida por un edificio de viviendas, el Residencial Inusa.
Los azulejos de El Gallo
La última factoría relevante del ramo que alumbró Chamberí fue El Gallo, ya en la segunda década del XX, en la calle del Cardenal Cisneros. Esta fábrica de espumosos, sifones y gaseosas fue creada por Francisco Duffo Foix, empresario que años después fundaría La Casera –y que obtuvo la primera licencia española de Coca-Cola, cuya bebida embotelló y comercializó hasta la Guerra Civil–. Duffo se casó con una española y desde 1914 se dedicó con éxito a fabricar sifones para gaseosas. Se estima que para 1948 de su fábrica salían anualmente 750.000 sifones y 250.000 botellas. Fachada de la fábrica de El Gallo, hacia 2009 (Foto: Francisco Torrents). La de El Gallo era además popularmente conocida por su fachada de azulejos, en la que aparecía representado el gallo de la marca. La fábrica desapareció a mediados de los 90, y la fachada fue derribada poco después de 2009, cuando está fechada la foto. Según el blog El Ángel de Olavide, “los azulejos de la fachada eran una obra de arte y posiblemente estaban protegidos. No sabemos qué fue de ellos. Los responsables del derribo del edificio fueron los directivos de la compañía del Metro de Madrid”. Según publicó el ABC, en la licencia de demolición se hacía mención expresa de que el friso de azulejos debía ser recuperado. David Álvarez
Bibliografía
- Comercios históricos de Madrid, de Enrique Ibáñez y Gumersindo Fernández. Ediciones La Librería, 2017.
- Chamberí en Blanco y Negro (1875-1975), de Juan Miguel Sánchez Vigil y María Olivera Zaldua. Ediciones La Librería, 2011.
- Historia de Chamberí, Ayuntamiento de Madrid.
- Blogs: Urbancidades, Arte de Madrid (Mercedes Gómez), Experiencias Curiosas de Francisco Torrents, El Ángel de Olavide, El Rincón de Mayrit.
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