Cano 1907 lleva más de un siglo enmarcando obras maestras de la pintura
El constructor de carros que descubrió Sorolla y puso marco a ‘Las Meninas’
David Álvarez, 15 de abril de 2025
Comienzos del siglo XX. Interesado por controlar cada detalle de su obra, Joaquín Sorolla contacta con José Cano, un constructor de carros de madera, al que convence para que fabrique el marco de uno de sus cuadros. Cano acepta, sin saber que aquello daría un giro a su vida, además de establecer una alianza con el pintor valenciano que duraría hasta la muerte del artesano, consagrado desde entonces a un taller de enmarcación, cuyo prestigio fue creciendo con cada trabajo.
Desde aquel episodio hasta hoy, Marcos Cano 1907 ha proporcionado marcos para algunos de los grandes museos de todo el mundo, comenzando por el Museo del Prado, para el que fabricó nada menos que el de Las Meninas, y siguiendo por el Thyssen, los Museos Vaticanos, el Guggenheim o la National Gallery, entre otros.
Tras tres generaciones, la empresa de enmarcación PEA adquirió a mediados de los años 90 la colección Cano y los talleres, con el objetivo de continuar su labor, utilizando el mismo sistema de fabricación tradicional, ya casi olvidado, con el que comenzaron a elaborar sus primeros encargos.
Año y medio en Chamberí
Hace un año y medio que Cano 1907 se instaló en Chamberí, en el número 7 de la calle de Alonso Cano, aunque anteriormente estuvo junto al Museo del Prado y en otros espacios, como Velázquez.
En su tienda-museo puede admirarse hoy el banco original sobre el que trabajaba José Cano y donde colaboró Sorolla. Cuenta, además, con una sala de arte donde se expone y da a conocer la obra de artistas contemporáneos –la última, del autor Felipe Espinosa–, y también puede admirarse la exposición permanente de parte de la colección histórica de marcos.
De entre todos ellos destaca una sección de la obra que enmarca Las Meninas, el gran encargo que El Prado hizo al taller. “Aunque el marco anterior que tenía la obra de Velázquez era una maravilla, desde el punto de vista histórico no era correcto, no equivalía a su época, y por ello el museo decidió cambiarlo por uno en sintonía con el momento en el que se pintó”, explica Conchita Martínez, una de las responsables del espacio. Cano realizó aquel marco, de rizo holandés, tal y como se hubiera fabricado en el siglo XVII.
Pero además de este, que puede contemplarse en el escaparate, el local alberga otra sección del primer marco elaborado para Sorolla y otro del impresionante marco isabelino para la pintura de Fortuny Isabel II pasando revista a las tropas. Este último también puede admirarse en El Prado, como los espectaculares de ‘La Sagrada Familia del Cordero, de Rafael, o La Dolorosa, de Tiziano, entre muchos otros.
Una joya de colección
Con un total de 800 piezas catalogadas, la Colección Cano es una de las compilaciones de marcos más importantes del mundo. En ella se incluyen todos los trabajos que la casa ha ido elaborando a lo largo de este tiempo, organizados y catalogados, desde los marcos medievales hasta el siglo XIX. Un muestrario que sirve de base para que museos, colecciones privadas y particulares busquen una referencia concreta, especialmente en los casos de deterioro de algunos originales, y que Cano replica con las técnicas de antaño.
“Hoy es complicado encontrar alguien que sepa hacer cosas como dorar al agua con oro fino. Primero se preparan las láminas, de 24 quilates, un material tan sutil que sólo con cogerlas pueden salir volando; antes de estamparlas en la madera hay que prepararlas con yeso, y dar el bol rojizo, que luego aflora, y donde se estampará el pan de oro”, explica Conchita, que enumera algunos términos del rico léxico de utensilios y técnicas empleados por los artesanos, tales como estofado, orejetas, estarcido, pomazón o cabujones.
Recientemente, Marcos Cano enmarcó otro Sorolla para el Palacio Real, por mediación de Blanca Pons, bisnieta del pintor y conocedora de la maestría de la firma, que cuenta también con encargos de museos, monasterios y otras colecciones particulares de España, donde siempre han tenido buenos clientes, como la Duquesa de Alba. ¿El secreto? Experiencia, destreza y una premisa esencial: “Que el marco embellezca la obra, sin que esta pierda protagonismo”.
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