Esta neoplasia maligna ocupa el tercer lugar en el número de tumores malignos y es la primera causa de mortalidad por cáncer a nivel mundial y en nuestro país, tanto en hombres como en mujeres. Se diagnostican unos 31.000 casos nuevos cada año, estacionados en hombres y aumentando en mujeres, por su incorporación más tardía a la adicción tabáquica.
El cáncer de pulmón se produce por el crecimiento desordenado de células del tejido pulmonar. Al principio, es un fenómeno local que se puede extender por proximidad a tejidos cercanos o a distancia, vía hematógena.
El tabaco es el responsable de hasta el 85 % del carcinoma pulmonar, siendo más probable cuanto mayor sea el número de cigarrillos y los años fumados. A partir de los 15 años de abstención disminuye el riesgo, pero sin llegar a equipararse a un no fumador.
Otros factores de riesgo son: el tabaquismo pasivo, la contaminación ambiental, los gases como el radón y otros componentes volátiles industriales; también, las enfermedades respiratorias crónicas preexistentes.
Los síntomas son variados, aunque predomina la tos persistente, la expectoración con sangre, la dificultad para respirar, y síntomas generales, como la falta de apetito, cansancio y adelgazamiento. Muchas veces son asintomáticos, hasta que se han extendido y son un hallazgo casual en una radiografía realizada en otro contexto.
El diagnóstico de sospecha lleva a la realización de una radiografía de tórax, poco sensible para una detección precoz, aconsejándose un TAC. El diagnóstico de confirmación es mediante citología de esputo o biopsia.
Se clasifican desde el punto de vista histológico y de extensión de la enfermedad para pronóstico y tratamiento.
Histológicamente, los más frecuentes se diferencian en microcíticos (15 %) y no microcíticos (85 %), como el adenocarcinoma y el carcinoma de células escamosas. En este proceso se buscan los marcadores que permitirán, de estar presentes y con especial relevancia en el adenocarcinoma, tratamientos más personalizados.
El estadiaje o estudio de extensión TNM se hace mediante pruebas que buscan afectación ganglionar y metástasis (cerebro, huesos…), con TAC, PET y gammagrafía ósea.
El tratamiento va a depender del tipo de tumor (así, un microcítico será tratado con quimioterapia dada la rápida diseminación de sus células) y de su extensión; un no microcítico es candidato a cirugía si está localizado (a veces con quimioterapia y/o radioterapia coadyuvante antes o después de la intervención), y quimioterapia e inmunoterapia si está extendido.
La supervivencia del carcinoma de pulmón es baja, pero se abre un futuro muy prometedor con los nuevos tratamientos: vacunas e inmunomoduladores.
La lucha contra este cáncer se basa en dos pilares: la prevención, abandonando el consumo de tabaco, y el diagnóstico precoz con TAC torácico, en personas de riesgo, para encontrar lesiones potencialmente curables.
Como más vale prevenir, animo a todos nuestros lectores fumadores a vencer en esta lucha. ¿Cómo? Dejando de fumar.
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