Aunque no es que el periodismo esté mucho mejor –cabe recordar la frase atribuida a Tom Wolfe: «No le digas a mi madre que soy periodista, ella piensa que soy pianista en un burdel»– resulta cada vez más sorprendente ver que aún queda gente de aparente valía empeñada en dilapidar su crédito profesional metiéndose en el fango de la política. Ese era, a priori, el caso de Pepu Hernández, entrenador campeón del mundo con la selección española de baloncesto, candidato del PSOE en 2019 a la alcaldía madrileña gracias a la “asistencia” de su amigo Pedro Sánchez y, desde hace unos días, cesante portavoz del grupo municipal socialista.
Pepu se ha ido de la cancha antes de que le pitaran la quinta falta personal, aunque no puede decirse que estuviera haciendo un buen encuentro. Había comenzado, eso sí, con un récord: el del peor resultado histórico del PSOE en Madrid, arrumbado como cuarto partido de la capital. Esa tunda de inicio no la remontas ni con los Gasol en plenas facultades, pero el exseleccionador optó por seguir en la cancha, a ver qué ocurría. Dos años después, lo que ha ocurrido es que se ha ido a los vestuarios entre la indiferencia de la afición y de sus propios compañeros, sabedores desde hacía tiempo de que no era el jugón que necesitaban.
Por lo demás, resulta poco edificante que quien ha labrado su prestigio en el deporte decida tirar la toalla a mitad del partido, aunque la responsabilidad no sea sólo suya. Tampoco sorprende, pues viene siendo lo habitual en el socialismo madrileño desde que en 1999 Fernando Morán tomara las de Villadiego un año después de perder las elecciones; a este le siguieron Trinidad Jiménez –que aguantó algo más– y Miguel Sebastián, que ni siquiera recogió el acta, ni falta que hacía: a la vuelta de la esquina le esperaba Zapatero con una cartera ministerial.
Pepu ha decidido marcharse justo tras el verano, ese que según ha explicado en una entrevista es más difícil disfrutar «siendo de derechas, porque tienes muchos más compromisos, como ir a misa y esas cosas», y porque cómo va a disfrutar un conservador las vacaciones pagadas, si no «las luchó y las ganó» como la izquierda. A buen seguro que el ya ex portavoz socialista ha disfrutado bien las suyas, pero ahora le tocará buscar trabajo. No le será difícil, aunque apuesto a que a los banquillos no vuelve. Igual de monologuista…
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