Bares

Mónica García decidió arrancar la precampaña para conquistar a los madrileños arremetiendo contra los franceses, cuyas “hordas vienen a emborracharse” a Madrid, como si fuera la propia Ayuso quien les perdonara las PCR y les sirviese los chupitos. Poco después, la Embajada gala le sacaba los colores a la candidata, que casi organiza un conflicto diplomático solo por afearle a la presidenta regional el que modere las restricciones a la hostelería. Pero para eso tampoco hacía falta insultar a unos franceses que, por otro lado, ni tienen a la capital como su primer destino, ni menor incidencia del virus en su país que Madrid, pese a que ellos sí tienen los bares clausurados desde hace meses.

Por si este inicio no había sido suficientemente estelar, poco después se refería a Madrid como “el 100 Montaditos de Europa”, en alusión a la conocida franquicia de bocadillos a bajo precio. Tras el denuesto gratuito a la región y a la propia empresa, a Mónica le tocaba otra vez recoger velas y salir a tomarse un café en uno de los establecimientos, que así son las hieles en política.

Días más tarde, un periodista evacuaba en la televisión pública y ante la sonrisa del presentador su desagrado por tener “un país de camareros”, asegurando que él poseía “otras aspiraciones en la vida que estar atendiendo al turista y tenerle contento”. Unos 400.000 trabajadores de hostelería en Erte, y risas en Prado del Rey.

Esta inquina de los sectores más “progresistas” hacia una de las actividades que más aporta al PIB español siempre me recuerda a aquel amigo del que habla Fernando Fernán Gómez en sus memorias, socialista y partidario “de la redención de los obreros”, muy comprometido con “sacarlos del pozo de incultura y lavarles la capa de zafiedad”, y que le decía al gran Fernando: “Yo por los obreros estoy dispuesto a hacer cualquier cosa, menos tratar con ellos”.

PD: Algunos bares madrileños han decidido poner fotografías de Díaz Ayuso en señal de agradecimiento, lo que ha servido para que partidarios y detractores se apresten a elaborar listados de locales favoritos o vetados. Siendo como somos de cainitas, si yo tuviera un bar no me atrevería a poner ni un póster del Real Madrid, así que menos de un político, que decepcionan más incluso que el Atleti. Pero entiendo en parte la iniciativa. Más difícil sería encontrar una foto de Pablo Iglesias en alguna residencia.


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