La Sala Canal de Isabel II enciende la “incierta luz” de Gonzalo Juanes

Exposición del fotógrafo asturiano, hasta el 21 de julio


La Sala Canal de Isabel II (calle de Santa Engracia, 125) alberga desde hace unos días la exposición ‘Una incierta luz’, que rinde tributo a la trayectoria del fotógrafo Gonzalo Juanes, representante asturiano del Grupo AFAL, el colectivo más importante de la fotografía española del siglo XX. Se trata del primer gran monográfico sobre la obra de este pionero en el uso del color en la fotografía documental, que permaneció en gran parte oculta y que ha sido tardíamente reconocida.

La muestra, incluida en la Sección Oficial de PHotoESPAÑA, contiene más de 250 imágenes de este artista, entre las que destaca la serie dedicada a la madrileña calle de Serrano. Podrá visitarse hasta el 21 de julio, con entrada gratuita.

Comisariada por Chema Conesa, ‘Una incierta luz’ está estructurada en cuatro plantas, que abordan desde su llegada a la capital, en 1952, hasta su fallecimiento en 2014. Gonzalo Juanes nació en Gijón en 1923 y, tras una breve estancia en Madrid, se instaló definitivamente en Gijón en 1957, renunciando a la deseada oferta cultural que suponía la capital. Conesa lo describe como un autor discreto, “que desvalorizó algo su trabajo. Era perito industrial y no tenía necesidad de vivir de la fotografía, por lo que se dedicó a captar lo que le gustaba desde su autoaislamiento en Gijón”.

En esta ciudad asturiana realiza retratos de sus paisanos, de la vida diaria, siempre en blanco y negro, y en busca de un estilo propio bajo el formato del reportaje, que él consideraba el mejor registro de la realidad documental en clave emocional.

Pronto, sin embargo, abandonaría el laboratorio y el monocromo. A principios de los años 60 prueba el color con la mítica película Kodachrome, que supone todo un descubrimiento para él. El color supone otro registro, con imágenes reflexivas, meditadas y líricas, y decide trabajar en series unitarias en su contenido, dedicadas igualmente a sus paisanos asturianos. Son series costumbristas, como la dedicada a las romerías y fiestas locales; sociales, como la inspirada por la decadencia de la industria en Gijón o los juegos infantiles en los parques, y también introspectivas, como la construida sobre su aislamiento y enfermedad.

Una excepción aparte constituye la serie realizada en Madrid en 1965, en la calle de Serrano. Una serie que será su trabajo más conocido y reproducido, y que supone un gran retrato urbano de la burguesía de la capital.

Para Gonzalo Juanes la fotografía debía ser "sencilla, de modesta apariencia, intencionadamente de tono menor. Un simple documento en el que se intenta captar un fugaz momento de lirismo".

No obstante, antes de como autor, Juanes prefirió centrar su colaboración en AFAL como escritor, crítico y analista de instantáneas de los grandes fotógrafos de la época, como Cartier-Bresson o William Klein. Esta posición suya de autoexiliado, intelectual y amante de las artes, le confirió sin embargo un hálito de maestro indiscutible en el grupo. Entabló excelentes relaciones con autores como Oriol Maspons, Gabriel Cualladó o Carlos Pérez Siquier, y con el más cercano, su paisano y eterno amigo, Joaquín Rubio Camín.

La etapa final de su producción refleja la decadencia física y el aislamiento propio en forma de paisajes y objetos encontrados, donde exhibe, pese a todo, una sensibilidad de gran poética. Una producción final que supone el epitafio de Gonzalo Juanes, que falleció en Gijón en 2014.

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