Carl contra la fragilidad

Hace unos años estrenaron una película de animación, ‘Up’, en la que el protagonista era Carl, una persona de edad avanzada. Tenía todas las papeletas para convertirse en un anciano frágil. Acababa de perder a su mujer, posiblemente comiera peor por la tristeza y porque cocinar para uno da pereza. Caminaba con dificultad, necesitando la ayuda de un bastón, sufría aislamiento social y querían expropiarle la casa en la que había vivido toda su vida y enviarle a una residencia alejada de su comunidad. Esto podría haberle supuesto a nuestro protagonista el camino a la dependencia desde la fragilidad, pero en su caso consigue ilusionarse con un viejo proyecto que compartía con su mujer, embarcándose en una aventura, en compañía de un par de amigos inesperados. Y lo más importante, deja de estar sentado en su sillón, comienza a moverse y lo hace en compañía.

La fragilidad es un síndrome geriátrico, que consiste en un deterioro progresivo de los sistemas fisiológicos del organismo relacionado con la edad, lo que disminuye nuestra capacidad de respuesta a las agresiones externas. Es un estado previo a la dependencia, que nos hace más vulnerables a enfermedades y problemas de salud. El lado positivo es que la fragilidad se puede prevenir, se puede detectar y, lo más importante, se puede revertir.

La fragilidad es progresiva y suele estar producida por varias causas que se van sumando. Un ingreso hospitalario, enfermedades crónicas no controladas, la soledad, la tristeza o una caída. Todo ello puede producir una pérdida de peso no intencionada, pérdida de masa muscular, más cansancio, dificultad para subir escaleras o caminar más lento. Así es como se manifiesta la fragilidad en las personas mayores.

Para prevenir y tratar la fragilidad debemos llevar una vida saludable, evitando el sedentarismo, el tabaco y el alcohol, promoviendo la actividad física, las relaciones sociales, el bienestar emocional y una dieta saludable rica en proteína. Pero la intervención que ha demostrado ser más efectiva en la fragilidad, tanto para prevenirla como para tratarla, es el ejercicio físico. Y aunque todo ejercicio es bueno, en lo que respecta a la fragilidad no nos sirve únicamente caminar, debemos realizar ejercicio multicomponente, que no es otra cosa que combinar ejercicios de fuerza muscular, de resistencia aeróbica, de equilibrio y de flexibilidad.

Vale, pero ¿cómo empiezo? Existen programas de ejercicio multicomponente, que nos ayudan a organizar rutinas de ejercicios para realizar varias veces a la semana. Uno de estos programas es el ‘Vivifrail’, que permite adaptar los ejercicios a nuestra condición física. Otra forma es preguntando en tu centro de salud, donde realizamos talleres grupales de ejercicio físico para la prevención de la fragilidad. En los centros de mayores y en los polideportivos municipales también imparten clases semanales de ejercicio. Porque como nos mostró Carl en ‘U’, de la fragilidad se sale y el ejercicio siempre es mejor realizarlo en compañía.

Teresa Moreno-Arrones Velacoracho
Medicina familiar y comunitaria
Centro de Salud Eloy Gonzalo

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