Monumentos de Chamberí (I)
‘Los saineteros madrileños’: homenaje a los impulsores de los tipos castizos
Beto López, 30 de septiembre de 2022
El grupo escultórico ‘Monumento a los saineteros madrileños’, originalmente denominado Monumento a los Chisperos, es obra del escultor sevillano Lorenzo Coullaut Valera. Fue inaugurado en 1913 en la Glorieta de San Vicente y trasladado a su ubicación actual en 1933. Se encuentra en la Plaza de los Chisperos de Chamberí –bautizada oficialmente con ese nombre, hasta entonces oficioso, en 2018–, una zona ajardinada situada en la confluencia de las calles de Luchana, Manuel Silvela y Francisco de Rojas.
Se trata de un homenaje a varios compositores y dramaturgos, que contribuyeron al desarrollo de la escena teatral madrileña: Ramón de la Cruz, Ricardo de la Vega, Francisco Asenjo Barbieri y Federico Chueca.
El grupo escultórico, en su parte alta, lo componen dos parejas típicas del Madrid de los siglos XVIII y XIX, una manola, un chispero y una castiza pareja de chulapos, realizado en bronce y mármol.
Adosados al pedestal se encuentran los bustos de Ramón de la Cruz y Ricardo de la Vega representando el sainete, y de Federico Chueca y Francisco Asenjo Barbieri, en representación de los que llevaron a escena las costumbres típicas del pueblo de Madrid que se escribieron en zarzuelas.
En la parte inferior se encuentran volúmenes de piedra con decoración tallada, cuatro placas en bajorrelieve de bronce, que representan cuatro escenas típicas madrileñas: ‘Las castañeras picadas’; ‘Pan y toros’; ‘La canción de Lola’, y ‘La verbena de la Paloma’.
El grupo escultórico se levanta en medio de un arriate circular ajardinado, rodeado por una verja protectora de cerrajería de acero. En el borde del arriate se encuentra un pedestal cúbico, que porta una placa de bronce conmemorativa.
”DIme de qué trabajas...
…y te diré dónde vives”, y así era en el Madrid del siglo XVIII, cuando los habitantes de Madrid vivían agrupados por gremios. Los chisperos eran los habitantes de la zona de Barquillo, herreros y cerrajeros, de ahí su nombre, que trabajaban con la chispa. Los manolos o chulapos surgieron en el barrio de Lavapiés y solían dedicarse al curtido de pieles. Las chulapas solían ser modistas, fruteras, floristas o cigarreras, vestían blusa blanca y entallada, falda de lunares, pañuelo en la cabeza con un clavel rojo o blanco, y un mantón de Manila. Los majos vivían en el barrio de Maravillas y solían ser carpinteros, zapateros, taberneros, alfareros y comerciantes. Vestían camisa blanca, pañuelo al cuello y fajín, chaquetilla bordada y abotonada, pantalón ajustado hasta debajo de las rodillas y medias blancas. Las majas vestían corpiño, falda corta con vuelo, mandil, peineta y mantilla. Hombres y mujeres llevaban coletas y una redecilla.
Estos grupos lograron popularidad gracias a las menciones de los homenajeados en el grupo escultórico ‘Los saineteros madrileños’, al ser protagonistas de sainetes y zarzuelas, dos subgéneros del teatro ambientados generalmente en Madrid e inspirados por estas clases populares.
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