Ubicado bajo el paso elevado de La Castellana, entre los distritos de Salamanca y Chamberí
Cuando el arte salió a la calle: 52 años del Museo de Escultura al Aire Libre
Chamberí 30 días, 29 de mayo de 2024
Situado bajo el paso elevado que une las calles de Juan Bravo y Eduardo Dato, en plena frontera de Chamberí con Salamanca, el Museo de Escultura al Aire Libre de La Castellana constituye una joya madrileña, quizá con menor relevancia turística de la que debiera. La idea de este excelente muestrario de escultura abstracta española nació hace más de medio siglo, como uno proyecto más dentro del espíritu renovador que se extendió a todos los órdenes durante la última etapa del franquismo.
Así, su planteamiento como museo se relaciona con las corrientes museológicas europeas y americanas tras la Segunda Guerra Mundial, que alumbraron espacios expositivos al aire libre, principalmente en campos como la escultura, tales como el Parque Vigeland, en Oslo, el Middelheim, en Amberes, o el Hishhorn Museum and Sculpture Garden de Washington. El de La Castellana fue el primero de este tipo que se creó en España, y ha servido como ejemplo para otros en ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Barcelona o incluso Madrid y su Parque Juan Carlos I.
El puente, llave del proyecto
La rápida expansión urbana experimentada en Madrid, así como el incremento del tráfico, plantearon la necesidad de crear un paso elevado que facilitara la comunicación este-oeste de la capital. Así, se escogieron las calles de Juan Bravo y Eduardo Dato, debido a las características del terreno, y en 1968 se aprobó el proyecto de los ingenieros José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón. Una obra de ingeniería con 320 metros de longitud y 16 metros de anchura, y una pendiente continua.
Fueron los propios ingenieros autores del puente, junto con el artista Eusebio Sempere, quienes tras múltiples conversaciones impulsarían la creación del museo, una de cuyas particularidades es su entronque urbano, ya que sus elementos funcionales –puente, accesos o pasos de peatones– forman un todo unitario en el que el arte queda perfectamente integrado.
El espacio expositivo reúne esculturas de 17 artistas españoles, entre los que destacan Joan Miró, Andreu Alfaro, Eduardo Chillida, Martín Chirino, Amadeo Gabino, Rafael Leoz, Marcel Marti, Pablo Palazuelo, Manuel Rivera, Gerardo Rueda, Pablo Serrano, Francisco Sobrino, Gustavo Torner o el propio Eusebio Sempere, entre otros.
El paso elevado se inauguraría en 1970, mientras se iba madurando la idea de crear un museo de escultura moderna en la parte inferior. La innovadora propuesta tuvo una buena acogida por las autoridades municipales. El tema económico no suponía un obstáculo, puesto que la amistad de Sempere con los autores y familiares de los artistas resolvería la cuestión mediante donaciones. Una generosidad sin la que hubiera sido imposible reunir tal conjunto artístico, muchas de cuyas piezas se realizaron exprofeso para el museo. El Ayuntamiento sólo pagó los materiales y la instalación, y el proyecto quedó aprobado en 1971.
El propósito del museo era recuperar un espacio urbano para convertirlo en zona de paso, descanso y esparcimiento, al tiempo que se acercaba al público el hasta entonces poco conocido arte abstracto español. Un museo sin limitaciones de acceso ni de horarios, que requirió también una cuidada iluminación para que las obras puedan también contemplarse por la noche.
1972: Apertura sin la ‘Sirena’
El museo abrió finalmente al público en 1972, aunque lo hizo sin inauguración oficial, debido a la polémica que desencadenó el montaje de la obra de Chillida ‘Lugar de encuentros III’, también conocida como la ‘Sirena varada’, creada para quedar suspendida entre los pilares del puente, y a lo que se negó rotundamente el alcalde de entonces, Carlos Arias Navarro. El edil alegó razones de seguridad, debido al exceso de peso de la obra, sin atender a los informes de los ingenieros responsables, que no tenían dudas sobre la resistencia del paso. Finalmente, la escultura de Chillida fue retirada en abril de 1973, y no regresó hasta cinco años después, cuando otro alcalde, José Luis Álvarez, decidió colgarla en su emplazamiento original, tras un profundo estudio. El 2 de septiembre de 1978, los 6.150 kilos de hormigón de Sirena quedarían definitivamente suspendidos del paso elevado.
El Museo
En la actualidad, el espacio ocupa una superficie de 4.200 metros cuadrados, con una amplia zona central cubierta en su mayor parte por el tablero del paso elevado, y bordeada por dos franjas ajardinadas. El desnivel del recinto se salva con tres niveles que descienden desde Serrano hasta el paseo de la Castellana.
En el primer sector, el muro de contención de Serrano se cubre con una cascada de láminas de agua diseñada por Eusebio Sempere mediante módulos de hormigón blanco, con formas onduladas que devuelven curiosos efectos de luz y movimiento. El agua se recoge en un estanque rectangular de granito, con la escultura de Martín Chirino –‘Mediterránea’– en el centro.
En este tramo también están las obras de Francisco Sobrino, José María Subirachs, Rafael Leoz, el mural de Sempere –una reja colgada en los pilares–, la espiral de Andreu Alfaro y la escultura de Marcel Martí. La zona ocupa parte de la antigua calle de Martínez de la Rosa, de la que se conserva un último tramo que, mediante una escalinata, comunica con la pequeña terraza que alberga la pieza de Gustavo Torner –‘Plaza-Escultura’–. En el jardín se coloca la estela de Amadeo Gabino –‘Estela de Venus’–.
El mural de Gerardo Rueda, flanqueado por las esculturas de Palazuelo y Miró, preside el segundo nivel. Ambas esculturas fueron las últimas en incorporarse al museo, a finales de 1978 y principios de 1979, y su instalación cambió el emplazamiento de las de Gabino y Subirachs.
Las tres piezas más destacadas de la colección se ubican descendiendo hacia la gran explanada. Allí se instala la ‘Sirena varada’, que ocupa el indiscutible centro del recinto; los Toros de Alberto y la figura de Julio González, que constituyen la primera visión que se obtiene de todo el conjunto. En el mismo lugar estaba prevista la colocación de una gran fuente circular diseñada por François Baschet, con pájaros en acero inoxidable.
Finalmente, en la zona del museo separada del resto de la exposición, en el acceso a la calle de Eduardo Dato, se ubica la gran escultura de Pablo Serrano, ‘Unidades-Yunta’.
Una reforma reciente
La contaminación del principal eje norte-sur de la capital, las inclemencias meteorológicas, el vandalismo o las deyecciones de animales obligaron hace unos años al Ayuntamiento de Madrid a llevar a cabo labores de restauración en varias obras. Así, la Dirección General de Patrimonio realizó un estudio sobre el estado de conservación de todas las piezas, y en 2022 apuntó la necesidad de actuar con urgencia sobre las tituladas ‘Móvil’, de Eusebio Sempere, y ‘Mère Ubu’, la ‘mujer-pájaro’ de Joan Miró.
La de Sempere era la que mayor deterioro presentaba, debido a la oxidación, el desgaste y la corrosión. Su restauración requirió su retirada, que duró tres meses y para la que se invirtieron 14.600 euros, mientras que en la de Miró se intervino in situ para llevar a cabo tareas de limpieza del bronce, inhibición de óxidos y protección.
Tras estas, este año le ha tocado el turno a la Sirena Varada, precisamente coincidiendo con el centenario del nacimiento de Chillida. La obra presenta el mayor deterioro en su cuerpo de hormigón debido a malas prácticas ciudadanas, que se sentaban sobre ella, le pegaban chicles o pintaban grafitis. Así, por un lado los trabajos se centrarán en la limpieza de la superficie y, por otro, en la inyección de mortero fluido en grietas y fisuras, para evitar que se pierda material o se fracture la pieza. Además, se está actuando sobre los anclajes y tirantes de suspensión, para evitar su oxidación y corrosión. La siguiente obra en ser restaurada será ‘Tríptico’, de Manuel Rivera.
Por otro lado, en 2021 el Consistorio puso en marcha un proyecto de mejora del espacio museístico para cumplir con la normativa de accesibilidad universal, mejorar la calidad ambiental y el paisaje urbano, y renovar los servicios. En todo ello se invirtieron 2,5 millones de euros del presupuesto municipal, con los que se renovaron y ampliaron aceras, espacios estanciales y calzadas, y se reubicaron isletas para albergar paradas de la EMT fuera de la visual del museo; además, el lateral de las escaleras que une los niveles se transformó en rampas, y se homogeneizaron los materiales con los del entorno.
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
Deje un comentario