El actor David Fernández regresa al Teatro Amaya con ‘No estoy bien’
“He hecho muchas cosas estos años, pero de lo que estoy más orgulloso es de este monólogo”
Dori Ayllón, 9 de noviembre de 2024
El 16 de noviembre y el 14 de diciembre, a las 22:30 horas, el Teatro Amaya nos invita a sumergirnos en ‘No estoy bien’, un monólogo del actor y cómico David Fernández. Con un aviso provocador, el artista advierte a los espectadores de que, tal vez, no encontrarán al verdadero David en el escenario. En su lugar, se presentará un enigmático personaje que juega con la risa y el misterio. Eso sí, antes de la función, David charla con Chamberí 30 días para ofrecernos algunas pistas sobre lo que podremos ver.
¿Cuánto tiempo llevas con No estoy bien, y cómo lo ha recibido el público?
Ahora estoy realizando más bolos, pero llevo como dos años con él, y la gente se lo pasa muy bien. Quería hacerlo, porque siempre he trabajado como actor y, aunque sea cómico, a menudo me escondía detrás de un personaje. En el stand up tienes que hacer de ti mismo, entre comillas, y yo quería aprender eso. Me costó bastante tiempo tener el monólogo terminado, pero disfruté mucho todo el proceso. Cuando haces comedia en teatro, piensas “con este chiste lo voy a petar”, pero a veces nadie se ríe. Es como un rompecabezas: quitas y pones cosas, lo terminé hace mucho tiempo y ahora sé que todo va a funcionar.
Y hay una cosa muy curiosa, porque hablo todo el rato de por qué no estoy bien, siempre con sentido del humor, y una de las cosas por las que digo que no estoy bien es porque fui a Eurovisión con una guitarra de juguete. En ese trozo, en el que no me invento nada y explico todo tal y como pasó, la gente se mea de risa y no se lo cree, porque les parece surrealista.
Es que lo de Eurovisión fue muy fuerte…
Sí, han pasado 16 años y la gente todavía me dice ‘Chikilicuatre’ por la calle. No me molesta nada que me lo sigan diciendo. Hace tiempo me dijeron que hiciera un monólogo y contara todo, y al principio pensé que no le interesaría a nadie, pero cuando lo hice, me di cuenta de que a la gente le gusta y se ríe mucho.
Hay una parte autobiográfica, pero ¿también hay historias inventadas?
Hay un poquito de todo. La mayoría son historias inventadas, pero siempre hay elementos de verdad. Hay un par de cosas que son totalmente inventadas, tirando a absurdas.
¿De dónde nace No estoy bien?
El proceso fue largo, porque yo quería probar el stand up. Siempre he hecho personajes, como el ‘Chikilicuatre’ o el ‘gilipollas’. Escribí un monólogo para un personaje de hace muchos años, pero me di cuenta de que no era ni monólogo teatral ni stand up y, además, a la gente le costaba mucho entrar en mi historia. Borré todo, cambié todo y pasé unos meses en casa y me di cuenta de que tenía que hacerlo desde mi propia persona, inventándome cosas como si me hubiesen pasado de verdad, que es en lo que se basa el stand up: hacerlo desde ti mismo. Cuando supe hacerlo, fue cuando empezó a funcionar.
¿Qué has aprendido de ti mismo durante el proceso de creación de No estoy bien?
Muchísimo, porque el stand up era un reto en el que me metí yo solo. Quería aprender a hacerlo y a llegar a la gente, a través de mí y no a través de un personaje. Estoy muy contento de haberlo hecho; me ha costado muchísimo tiempo. La gente que tiene mucha experiencia en esto no se da cuenta de lo difícil que es estar solo encima de un escenario y la verdad que defenderlo solo es complicado y para mí ha sido todo un aprendizaje. He hecho muchas cosas en estos años, pero de lo que estoy más orgulloso es de este monólogo.
¿Eres de ver monólogos?
He visto muchos. Cuando conocí a Raúl Cimas en 2006 hicimos un monólogo que se llamaba ‘La vida mata’, allí hacía un pequeño personaje y cuando veía a Raúl pensaba: “Madre mía, qué facilidad tiene”. Es uno de los mejores monologuistas de España, si no el mejor, me encanta. Aprendí mucho de su tranquilidad, su pausa… todo. He visto a Andreu, a Berto, a Leo Harlem, a Goyo y todos son grandes referentes. Es muy chulo verlos, porque cada uno tiene su estilo y todos funcionan.
Por curiosidad, ¿tienes algún ritual antes de salir al escenario?
Mi ritual es hacer pipí (risas). No soy de los que calientan la voz, yo caliento la vejiga.
¿Recuerdas alguna actuación que hayas dicho “tierra trágame”?
He actuado en barcos, en bares, y en algunas situaciones... madre mía (risas). Recuerdo una vez que llegué a un bar para la fiesta de una empresa, y me dijeron que habían aprovechado para celebrar el cumpleaños de la mujer del que me contrató. Eran las cinco de la tarde y estaban todos borrachos. No me escuchaba nadie, así que tuve que pasar del monólogo, que esto lo he tenido que hacer muchas veces, y pregunté quién quería contar un chiste y así pasamos la tarde.
¿Y alguna otra actuación en la que te lo hayas pasado de maravilla?
Sí, también he hecho cosas muy chulas. Una de las más absurdas fue con el personaje del ‘gilipollas’, que fue muy famoso en TV3, cuando nos contrató Laporta para ir al Camp Nou en un partido del Barça contra el Sevilla. Fuimos para animar al público antes del partido y salí al centro del campo y dividí el estadio en cuatro grupos. Es una de esas veces en las que piensas: “¿En qué momento estudié interpretación para acabar haciendo esto?” (risas).
¿Cómo es para ti actuar en el Teatro Amaya?
A Alejandro y a David los quiero muchísimo; su trato es espectacular, porque son majísimos. Además, el Teatro Amaya tiene mucha tradición de comedia y eso ayuda un montón. Estoy encantado. El Teatro Amaya es una familia.
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