La conocida como “Estación Fantasma” de Chamberí ha permanecido cerrada por obras de conservación durante dos meses, hasta el pasado mayo. Los trabajos incluían la reparación de unas humedades causadas por un embalse que afectó tanto a techos como a algunos de los históricos azulejos protegidos del espacio. Aránzazu Arnoriaga, que ha participado en los trabajos de restauración, nos explica en qué ha consistido la labor llevada a cabo:
Para toda obra y objeto existe un envejecimiento natural al transcurso del tiempo. En la estación-museo de Chamberí, con un uso inevitable en la red de Metro, tenemos la acumulación lógica de polvo, hollín y suciedad grasa, mayormente en el túnel. Pero como toda obra subterránea –y más en este caso, por su proximidad a la superficie– son inevitables las filtraciones del subsuelo a los muros de la estación, procedentes tanto de lluvias, regadío de parques o fugas de agua en canalizaciones. Dramáticos son los efectos, sobre todo en la azulejería figurativa, de diversas daños, tanto material como visualmente. En estos casos los efectos son inmediatos con abundantes goteras, escorrentías y encharcamiento de los accesos. Por tanto, la realización de obras de mantenimiento se hace inevitable, tanto para la conservación de la propia estación como por motivos de seguridad y comodidad para los visitantes.
Fotos: A. A.
En los daños a tratar podemos mencionar como principales la acumulación de suciedad, precipitaciones de sales endurecidas, azulejos deteriorados y alteraciones en los paneles de publicidad. Las obras se realizaron durante cuatro meses, de manera puntual y decidida, con una selección de zonas a tratar en cuanto a azulejería y albañilería, y más general respecto a limpieza de superficies. A estos trabajos se añadieron actuaciones secundarias como la reparación de mobiliario, adecuación de pasos para sillas de ruedas para minusválidos y otros trabajos específicos.
A lo largo de este periodo de intervención, pudimos comprobar in situ cómo las constantes lluvias supusieron un incesante problema tanto de goteras y encharcamiento de agua, como de formación de sales en diferentes grados y extensiones, apareciendo estas últimas incluso en periodos carentes de lluvia. La presencia de humedad aportada por el suelo de Madrid fue constante, con el perjuicio en los trabajos de eliminación de sales, pues éstas volvían a aparecer al cabo de pocos días en zonas intervenidas previamente.
Existe un límite de actuación relativo al túnel. Por motivos de seguridad no se pudo actuar en toda la bóveda, ajustando los trabajos a la normativa de seguridad de Metro, tanto en los turnos de día, como los de noche que se realizaron en el andén no visitable.
En definitiva, ante obras tan antiguas, y especialmente, sin trabajos de aislamientos previos durante su construcción, se hace palpable la continua aportación de agua procedente del subsuelo de Madrid, sobre todo en periodos de lluvia. Por tanto, los trabajos de mantenimiento temporales son una medida de conservación necesaria.
Aránzazu Arnoriaga Cabezudo
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