El quinto cubo en tiempos de huelga

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Los vecinos del barrio de Vallehermoso conviven desde hace unos días con un nuevo contenedor de basura, con tapa marrón, en el que deben depositar los residuos domésticos de origen orgánico, tales como restos de comida, fruta, verdura, tapones de corcho o cáscaras de huevo, entre otros. No es una separación caprichosa: se calcula que cerca de la mitad de los residuos que genera un hogar tienen este origen.

Esta nueva fracción de recogida –la quinta, sin contar los restos destinados específicamente a los puntos limpios o los depósitos especiales– tiene como primer beneficio la mejora ambiental, ya que estos biorresiduos, al descomponerse en el entorno, forman líquidos contaminantes y malos olores, además de emitir metano, un gas de efecto invernadero cuyo impacto climático es incluso mayor que el del CO2, señala el Ayuntamiento. Sin embargo, al reciclarlos puede obtenerse biogás o utilizarse como fertilizante natural. El objetivo último de este quinto cubo pasa por acercarnos al cumplimiento de los objetivos de la UE, que establece para 2020 una preparación para la reutilización y el reciclaje del 50% de los residuos domésticos –en la actualidad, el porcentaje de la capital se sitúa en torno al 30%–.

El Consistorio ha anunciado campañas de información y visitas de educadores ambientales, que recorrerán las 17 zonas pioneras de implantación para explicar qué vertidos depositar en los nuevos contenedores.

La actuación llega cuando se cumple un año de la entrada en vigor del nuevo contrato de recogida de residuos, y nada más aterrizar deberá hacer frente a dos contratiempos: la huelga indefinida de estos operarios y el hartazgo vecinal por el lamentable estado de los “puntos negros” de basuras.

Mención aparte merece la puesta en funcionamiento de los nuevos contenedores de reciclado, que no sólo no han aliviado la excesiva carga de algunos enclaves, sino que han facilitado, por su disposición, dimensiones y la insólita facilidad para su saqueo, el esparcimiento de más basura alrededor de estos puntos. Tal es la situación que algunos vecinos ya han amenazado con una “huelga de reciclaje” como bienvenida a los nuevos contenedores, en protesta por la deficiente frecuencia en la recogida. Una exigencia, por cierto, que ya fue aprobada hace unos meses por el Pleno Municipal.

Como respuesta, el Ayuntamiento señala al comportamiento incívico como factor determinante de la suciedad en muchos puntos, mientras la alcaldesa Manuela Carmena se felicita por el descenso de quejas sobre falta de limpieza en los últimos meses. No parece, pues –con la doble amenaza de huelga y el Consistorio despejando balones–, el mejor momento para la llegada de un nuevo factor en la separación de residuos. Aun así, ojalá el quinto cubo alcance una rápida aceptación vecinal. Aceptación que sólo se producirá si va unida a una recogida eficaz.

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