Carmena y el Beti J… ¡ay!

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Que la alcaldesa Manuela Carmena no sabe qué hacer con la patata caliente del Beti Jai parece obvio: lo ha dicho ella misma. Esto no es intrínsecamente malo, siempre que se deje asesorar, escuche a quien sabe y valore todas las posibilidades antes de tomar una decisión para el histórico frontón.

Hasta aquí, nada que objetar. Más inquietante resulta que una empresa pudiera estar ya en disposición de hacerse con la aún hipotética licitación, tal y como ha publicado El País, apoyándose en fuentes y documentos municipales que ya estarían redactados y listos para incluirse en el futuro “pliego para la concesión”. Tanto la alcaldesa como el delegado del Área de Desarrollo Urbano Sostenible han negado la información en términos rotundos.

Convoca además la alcaldesa a un “concurso de ideas” –la fórmula favorita del equipo de gobierno municipal– para fijar el futuro del espacio, pero cabe recordarle a Carmena que el frontón ya pasó por un proceso participativo en el que “se instrumentalizó al tejido social, cuando ya estaba todo prácticamente planeado”, según nos decía hace unos meses el presidente de la principal asociación vecinal del distrito. Convendría no volver a las andadas.

Lo que ya parece improbable es que sea el propio Ayuntamiento quien asuma finalmente la gestión del espacio, que deberá dedicarse a actividades deportivas y culturales, aún sin especificar más. Después de gastarse 30,8 millones en la adquisición del monumento, a los que hay que sumar cerca de tres más en las obras de consolidación, parece que al Consistorio se le han acabado los recursos para el Beti Jai. De ahí que se vaya a echar mano de una empresa privada, cuya concesión aliviará los gastos de mantenimiento y, quizá, las obras de rehabilitación. La pregunta del millón es a cambio de qué. A cambio de cuánto.

Por su parte, desde la Plataforma Salvemos el Beti Jai se han dado muestras de mano izquierda para no cerrarse en banda a la llegada de un concesionario, si bien abogan por que las condiciones garanticen tanto el respeto del monumento como un programa de usos deportivos –en especial, que regrese la pelota– y culturales compatibles, y que cuente también con precios accesibles o gratuitos para algunas actividades. En definitiva, una concesión tutelada por el Ayuntamiento y beneficiosa no sólo para el concesionario, sino también y especialmente para la ciudadanía.

Por último, con la aprobación del Plan Especial para el frontón se alejan los temores de construir el pretendido parking subterráneo. No así la instalación de una cubierta para la cancha que muchos temen pueda socavar el respeto debido por su condición de monumento, pero que el Consistorio ve con buenos ojos como resguardo de ruidos y lluvias. Sobre la cubierta se jugará otro de los partidos aún pendientes en el Beti Jai.

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