"DEspacio Galileo", tras la instalación de las nuevas jardineras, el pasado agosto.“DEspacio Galileo” no ha dejado de ofrecer novedades los últimos meses. Así, en agosto se instalaron nuevas jardineras para cerrar el espacio, con el objetivo de “aumentar la seguridad y el uso peatonal”. Una medida que se apoyaba en una reunión celebrada previamente con varios colectivos vecinales, y de cuyas conclusiones se desmarcaron asociaciones como “Chamberí se Defiende”, que tildaron de “nueva ocurrencia” la consolidación del experimento.
La actuación se enconaría aún más a finales del mes pasado, cuando se anunciaron dos talleres en el Centro Cultural Galileo para identificar los problemas relativos al espacio y generar propuestas de forma consensuada. Los encuentros iban a estar coordinados de forma autónoma por investigadores sociales de la Universidad Complutense, y los resultados se iban a trasladar a la Junta para que los tomara en consideración para una futura transformación. Nada de ello fue posible: tras una primera jornada de tenso debate vecinal, en el que no pudo llegarse a consenso alguno, la segunda se cerró con el abandono de los vecinos más críticos, tras ser informados de que las propuestas tenían que cumplir ciertas condiciones, y en ellas no podía figurar la reversión de la medida.
La polémica peatonalización tuvo su último episodio durante el último debate sobre el estado del distrito y el pleno mensual ordinario, el 9 de octubre. Allí, la oposición cargó contra la postura municipal, recordando que los vecinos habían recogido tres mil firmas exigiendo la reversión total. Uno de los más vehementes fue el propio Corral, para quien “más allá del gasto, el fracaso y la improvisación, Galileo es un problema democrático. Hay dos acuerdos plenarios a favor de la reversión que no se han cumplido, y más de tres mil firmas en contra a las que se hace caso omiso. Galileo ha demostrado lo vacías que son las consignas del que dice ser gobierno de la participación, cuando impone el ordeno y mando en vez de reconocer que el corte es un experimento fallido, inútil y costoso, que además no trajo ningún beneficio al barrio, salvo más atascos, contaminación y ruido”.
Preguntada durante la sesión por el coste de la iniciativa, Gómez Morante se refirió a un contrato menor con Manuel Pascual García para el proceso participativo del diseño, por 21.446,04 euros. A esta partida, según Corral, faltaría añadirle el contrato de 18.246 euros con la consultora Hécate Ingeniería, autora del proyecto Chamberí zona 30, que incluía el corte de Galileo.
David Álvarez
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