Luis María González Valdeavero, encargado de dichos museos, nos guía especialmente en el recorrido de la Estación: “Hasta 2005 no se plantea la remodelación de estos espacios. El proyecto salió a concurso y lo ganaron los arquitectos Pau Soler y Miguel Rodríguez. Las obras comenzaron al año siguiente, y se abrió al público en 2008”. El nombre de ‘Anden 0’ se escogió “para que nadie lo confundiera con una línea de metro de verdad”.
Los usuarios pudieron regresar entonces a una estación, la de Chamberí, que se había cerrado definitivamente el 22 de mayo de 1966. La razón fundamental del cierre fue el alargamiento de los coches y el aumento de los mismos, para que cada tren pudiera alojar a más personas. “Hasta ese momento había cuatro coches –nunca decimos vagones, porque los vagones transportan mercancías–, y querían ponerse seis”. Además, tenían que aumentarse los andenes, ya que los coches iban a medir 90 metros, en vez de 60. “Por lo tanto, había dos motivos de peso para que se clausurase Chamberí: primero, porque las estaciones de Iglesia y Bilbao estaban muy cerca. Y segundo, porque uno de los andenes tuvo que ser recortado y había una distancia de 80 cm entre coche y andén”.
Qué podemos visitar
El arquitecto del Metro fue Antonio Palacios, pero la obra se llevó a cabo por los ingenieros Carlos Mendoza, Miguel Otamendi y Antonio González Echarte. Cuando se aprueba el proyecto en 1917, el rey Alfonso XIII puso el primer millón de los 10.000 que se necesitaban. El Banco Vizcaya puso otros cuatro millones. Y se rumorea que el rey hubo de poner otro millón. Esta primera línea tenía ocho paradas y se planteó que cruzara desde Cuatro Caminos hasta Progreso –la actual Tirso de Molina–, aunque finalmente se alargó hasta Sol. Todas las estaciones eran iguales: con un acceso único, un vestíbulo, la taquilla de adquisición del billete y el sistema de revisiones, menos Sol y Gran Vía, que tenían ascensor.
Luis María cuenta cómo era viajar en Metro en esta época: “Pagabas por trayecto recorrido. Por ejemplo, podías comprar el billete de ida y vuelta para ahorrar. Eso sí, el viaje de ida debía ser antes de las 9 de la mañana, y la vuelta después de las 9. Pero nunca podías hacer la ida y la vuelta por la misma estación. Estaba pensado para que la gente ahorrara, pero no engañara. Si te colabas tenías que pagar el doble de la diferencia. Por otro lado, la decoración estaba dispuesta para dar sensación de luminosidad, ya que era algo que mucha gente iba a ver por primera vez. Se puso un tragaluz en el vestíbulo. Y en los lugares de paso, azulejo blanco biselado de Onda (Valencia). El resto de la azulejería era de la Escuela de Sevilla. La publicidad era permanente, por lo que debía de ser carísima. Y en último lugar, comentar que las mujeres solteras, viudas o cabeza de familia podían trabajar como taquilleras y revisoras. Cuando se casaban se les daba una dote. Pero tras la Constitución del 78 exigieron su readmisión y la compensación de los años perdidos en la Seguridad Social. El conflicto se solucionó pagando ellas una parte y la otra la empresa”.
Además de la Estación de Chamberí y la Nave de Motores, también se puede visitar el Museo de los Caños del Peral en Ópera, que tiene restos arqueológicos interesantes, como una fuente del siglo XVI o un acueducto con alcantarillado del XVII.
Estos tres museos –Estación de Chamberí, Nave de Motores y Caños del Peral– representan a día de hoy el patrimonio histórico del Metro de Madrid, y son totalmente gratuitos. “Es una manera bonita de conocer nuestra ciudad desde el suburbano”. En la Estación de Chamberí puedes ver pasar el metro en las dos direcciones, e incluso saludar a los viajeros que escasas veces se dan cuenta de que hay gente observando en ese andén. Se realizan visitas guiadas cada hora en punto y en determinadas ocasiones aparecen sus “fantasmas”... ¿Aún no los conoces?
Laura Conde
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