El objetivo de esta primera fase pasaba por respetar al máximo la estructura y los elementos originales del edificio, y por garantizar su seguridad y estabilidad. Así, se ha hecho necesario realizar moldes de escudos, guardapolvos, pilastras y balaustre, para reponer fielmente los elementos perdidos. En cuanto al graderío, se han reforzado los cimientos de cada una de las plantas y eliminado tabiques que se pusieron cuando el frontón dejó de funcionar, de manera que la cerrajería queda ahora a la vista.
Foto: Ayuntamiento de Madrid.
Durante la intervención, el equipo de arquitectos ha descubierto elementos como un arco neomudéjar en buen estado, unas tejas planas en la recámara, originales y muy innovadoras para la época.
Preocupación en la Plataforma
La Plataforma Salvemos el Frontón Beti-Jai ha expuesto su “satisfacción” por el actual desarrollo de las obras, si bien se muestra “preocupada” por la futura aprobación de un Plan Especial del Ayuntamiento, “que, en la práctica, permitirá a los futuros concesionarios adaptar la restauración a sus intereses económicos, en lugar de a su conservación como Bien de Interés Cultural en categoría de Monumento”, señala en un comunicado.
En su opinión, añade, “este edificio singular debe mantener su composición arquitectónica como espacio abierto, desechando la indeseable solución de su cubrición, que pervertiría su concepción inicial, en aras de una equívoca explotación económica”. Por último, defiende el uso del frontón como espacio deportivo y cultural y propone un programa “abierto por obras”, que permita a la ciudadanía conocer la instalación.
Un frontón histórico y multiusos
El Beti Jai comenzó a construirse en 1893, con el diseño del arquitecto Joaquín Rucoba. A partir de 1919 dejó de emplearse como instalación deportiva, para ser utilizado sucesivamente como comisaría, cárcel, espacio de ensayos para bandas de música de la Falange Española, escuela militar o taller de coches.
Todos estos usos, junto a las obras y la dejadez, acabaron por hacer peligrar un edificio que en 1991 fue declarado monumento nacional, y Bien de Interés Cultural en 2011 por la Comunidad de Madrid. Hace dos años, el Ayuntamiento finalizó el proceso de expropiación y adquirió el frontón. Comenzaron entonces los trabajos de recuperación del edificio, cuya primera fase acaba de terminar.
David Álvarez
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